lunes, 31 de octubre de 2016

Cuidado con el sol: destiñe las prendas más delicadas.





       En Cataluña el independentismo combina dos premisas de difícil empaste. Por un lado, la zanfoña de que España vive por y para robar a Cataluña. Por otro, la apelación al  derecho a decidir del que, al parecer, goza el pueblo catalán . No entraré en si son ciertas o no estas premisas, o si se caen o no por (digamos) su propio peso. Y es que, sin ánimo de detenerme mucho, cualquier cadete en Lógica sabe que el derecho a decidir no es más que un ejemplar barato de la falacia conocida como petitio principii,  tema que, desde luego, excede en mucho el propósito de esta entrada. Lo que sí me gustaría subrayar, no obstante, es que se nos ha querido vender como la quintaesencia del espíritu democrático, la expresión pacífica de una voluntad colectiva, la voz unánime de un pueblo noble y antiguo, un pueblo fabril y honrado. Pues bien, la idea de que el antídoto contra el gusto por lo ajeno es el alma demócrata de los damnificados es tan, tan brillante que roza la genialidad.  Sólo alguien de la talla de Pep Guardiola (no el propio Pep sino alguien de su misma talla moral, uno ochenta de talla moral) la ha podido cocer en su cráneo privilegiado. Cuando una banda de albanokosovares irrumpa en el chalet de Guardiola (Dios no lo quiera), armados hasta los dientes (tampoco lo quiera el Altísimo), le aconsejaría al filósofo de Santpedor que saque su bandera de rayitas  rojigualdas y que les indique, muy civilizadamente, todo lo civilizadamente que su pasado fenicio le permita, que cesen en su latrocinio, porque su familia, miembro por miembro, haciendo uso de su derecho a decidir, ha decidido. Y su decisión es la siguiente: Basta. Que va siendo mucha hora de que los dejen en paz.








1 comentario:

  1. Apreciadísimo José Agustín Mosquera Cacheiro: yo, que no partiré la pana por quienes optan por la independencia ni entonaré cánticos "nacionales" contra tal sentimiento, haré de abogado del Diablo y te comentaré que el sr. Guardiola, en el momento en el que la banda maléfica entre subrepticiamente o como un paquidermo en el Ikea, tendrá en su haber una alarma que conectará con unos guardias de seguridad -probablemente también balcánicos- que defenderán a su contratante. "No es nada patriótico-personal, amigo; sólo negocios" replicará a sus compas en serbio, croata o albanés.... no obstante, y fuera de que tales Guardiolas de haciendas floridas ya gozan de SUS sistemas de seguridad, sus sistemas de salud, sus sistemas bancarios, lo que reclaman es que cuando tal banda acuda, se presenten los Mossos para reprender al malhechor (cosa que ya tienen) y que a la hora de emitir sentencias, no tengan que acudir al Tribunal Supremo.
    No obstante, le decía a un nativo catalán defensor de la independencia, que si su afán por cambiar de soberanía es un acto de egoismo -como la masturbación-, permitame que yo, por el mismo puro egoismo onanista, tampoco les vaya a respaldar en tal independencia si para mi me supone una merma en mis condiciones económicas... otrosí, afirmaba que si tal separación del Estado tuviera como concluyente cambio una mejora extraordinaria con sus nuevos gobernantes,visto lo visto en Espanha, yo tendría a bien nacionalizarme catalán, pero, que observando sus grados de corruptelas y similares, dudaba de la catadura intelctual y sobre todo moral de tales próceres.

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